CARMENCITA

Conoci a Carmencita por mera casualidad, estaba yo sentado (muy comodamente debo admitir, manos en los bolsillos y pierna derecha estirada) con mis amigos holgazaneando en las banquitas de piedra blanca junto a las jardineras cuando escuche su voz por primera vez, era una tarde muy bonita, soleada y los grandes arboles nos brindaban una sombra benigna, su voz venia de arriba, del baño del segundo piso de los quintos semestres, por una ventana se asomo casi a medio cuerpo agitando su brazo derecho y gritándole a alguien cosas que no entendí, no por la distancia sino porque Carmencita hablaba muy gracioso, tropezando la lengua.

Era preciosa, morena clara, cabello largo ondulado, con esos hoyuelos en las mejillas mientras sonreía, imagino la escena... que chido es recordar, eramos tan jóvenes y deliciosos.

Ya para ese entonces Wender y yo eramos muy buenos amigos, tenia una filosofía parecida a la mía en lo que a conocer mujeres se refiere aunque el no buscaba el amor, el buscaba el sexo, recuerdo que Wender que nunca fue nada sutil le grito algo a Carmencita, algo como una invitacion para que bajara a platicar con nosotros.

Carmencita nos miro, sonrió y nos saludo ampliamente, después desapareció por la misma ventana del baño tan fugazmente como había aparecido.

Tiempo después la volví a ver una noche cuando me dirigía a comprar unos cigarros al kiosko de la escuela, siempre iba muy apurada y sola, caminando con esa sonrisa fresca en el rostro, no se de donde saque el valor para... bahhhh, en esos tiempos el conocer o hablarle a una chica se me hacia de lo mas normal, me acerque a ella, iguale su paso y la salude, se detuvo de pronto y le dije:

-Oye, disculpa que te moleste pero te he visto antes y quisiera saber si me permitirías tomarte una foto-

-¿Una foto?- Me pregunto Carmencita con esa candidez en la sonrisa que la caracterizaba.

-Bueno, si no nos tardamos mucho esta bien, con mucho gusto- Me dijo mientras buscábamos un lugar donde llevar a cabo nuestro episodio fotográfico.

Nos sentamos en una bardita cerca del kiosko, me hice wey un rato con la cámara mientras disfrutaba el bonito panorama que me regalaba su generoso escote y es que Carmencita gustaba de usar esas blusitas de tirantitos delgadisimos que se acostumbran tanto en el verano, tenia unos ojos soñadores, benévolos, aquella noche parecía una hippie moderna o algo parecido porque también usaba esas faldas largas psicodelicas, a final de cuentas no pude tomar la foto porque se me acabaron las pilas pero muy generosa me prometió intentarlo nuevamente en otra ocasión.

Me encantaba... tenia una inocencia a toda prueba, era como un ser de luz, tan ignorante de su propia belleza que tenia de novio a un wey tan feo que parecía uno de esos cabrones que atacaron "el Abismo de Helm" en Las Dos Torres.

Y su hablar... me costaba trabajo entenderla porque su lengua hacia cosas raras, pronunciaba mucho la D y la S pero todo aquello era parte de su encanto, en otra ocasión me la encontré en el camión rumbo a la escuela, solo que ella no me vio cuando subió y ocupo un lugar frente a mi, traía una de esas blusitas que resaltaban tanto sus pechos, recuerdo bien que el camión iba casi vació sin embargo un sujeto cuarenton se paro a un lado de donde ella estaba sentada, se le acercaba mucho y le miraba los pechos, eso me puso furioso, sobretodo cuando comenzaba a acercarle el paqueton en el brazo.

Empuje al tipo con mi pierna derecha a la altura de sus rodillas, me miro muy sorprendido y espantado, quizá porque estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas y nadie le había dicho nada, incluso Carmencita se hacia a un lado pero nunca le reclamo, cuando ella bajo la alcance y le pregunte sobre lo sucedido:

-Ayyy si, viejo cochino, no me dejaba en paz-

Por alguna extraña razón Carmencita no se acordaba de mi, así que le recordé nuestros encuentros anteriores, era un sol, siempre sonriente, olvidando el mal rato y suspirando el aroma de la tarde, nos despedimos en la entrada de la escuela porque ya iniciaban las clases, me gustaba mucho su ingenuidad, de hecho me ponía loco todo aquel comportamiento suyo y llegue a pensar (no lo negare) que podría llevar una bonita relación con ella, claro, si es que yo le gustaba y si dejaba a su novio "el monstruo" pero la vida es graciosa, confusa y llena de giros de tuerca inimaginables, paso mucho tiempo antes de que Carmencita y yo nos volviéramos a encontrar.

Continuara...